Un palacio astronómico

A un par de kilómetros a las afueras del centro de Graz se encuentra el extenso castillo de Eggenberg, rodeado de lujosos jardines. En el siglo XVII, era la residencia en la que se alojaban los miembros del poderoso Ducado de Estiria. En nuestros días, el castillo es considerado como uno de los mayores tesoros austríacos de la arquitectura barroca. Atrae a un elevado número de visitas con exposiciones de la colección del Museo Universal Joanneum.

La Habitación PlanetariaLa Habitación Planetaria

Una fría cápsula del tiempo

El hecho de que el castillo de Eggenberg forme parte de la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, se debe en gran parte a una casualidad especial. Después de que en el año 1717 el último príncipe de Eggenberg falleciera de apendicitis a temprana edad, la rica familia perdió rápidamente su fortuna. El palacio cayó en decadencia, y únicamente se conservaron las pinturas del techo y el estucado barroco. Durante el siglo XIX el palacio apenas estuvo habitado, poniéndose el énfasis en los jardines. Durante un largo siglo, las habitaciones del piso noble permanecieron inhabitadas, sin iluminar y sin calentar. Incluso en el siglo XX la instalación de electricidad parecía ser una tarea altamente costosa. Pero no hay mal que por bien no venga: en el año 1953 se llegó a la conclusión de que esta había sido la salvación de las obras de arte. Si se hubiera calentado el edificio, las pinturas se habrían perdido hace ya mucho tiempo debido a la diferencia de temperatura entre el techo y la fría buhardilla de arriba. Si bien es cierto que la oscuridad y el frío no son condiciones agradables para los visitantes, éstas aportan el clima ideal para el mantenimiento de pinturas de dicho calibre. Desde entonces, las habitaciones se encuentran cerradas al público durante el invierno.

En los jardines se puede escuchar el sonido de los pavos realesEn los jardines se puede escuchar el sonido de los pavos reales

Jardines románticos

El parque de los alrededores del castillo es una especie de cuadro viviente, con la banda sonora del sonido de los pavos reales. En el siglo XIX, el conde Johann Hieronymus von Herberstein y su esposa Marie Henriette sustituyeron la antigua arquitectura de jardín barroca por lujosos jardines ingleses, que eran la moda predominante de ese entonces. Aunque durante el siglo XX el parque cayó en desuso, se está restaurando poco a poco desde finales de los años 90. En el año 2008, se volvió a abrir su principal atractivo: el jardín de rosas. Durante el mes de junio de cada año, miles de rosas se abren al mismo tiempo desde sus nudos del tallo.

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